En una ceremonia solemne celebrada en la Basílica de San Pedro, el 16 de mayo de 1920, el papa Benedicto XV canonizó a Juana de Arco, la heroína francesa que fue quemada en la hoguera por herejía en 1431.
Su canonización reconoció su santidad y su papel fundamental en la historia de Francia y la Iglesia Católica.
Juana de Arco es símbolo de valentía, fe y patriotismo, y su figura ha inspirado numerosas obras literarias, artísticas y culturales a lo largo de los siglos.
La canonización de Juana de Arco reafirmó su legado como icono espiritual y nacional.