El dueño de casa trató de tomar el control del partido desde el pitazo inicial, como suele ocurrir cada vez que se presenta ante su gente.
El conjunto formoseño salteó líneas, ya que sistemáticamente salieron con pelotazos frontales para el bueno de Serrano, quien hizo un buen trabajo aguantando y descargando.
Pero el 9 visitante estuvo muy poco acompañado –a excepción del algún chispazo de Bonet y alguna aproximación de Fede Pérez– y fue perdiendo protagonismo con el correr del partido.
A Villa Mitre le faltó algo más de serenidad en los metros finales, pero también es cierto que encontró un par de buenas intervenciones de Correa. Primero manotó un derechazo de Antú Hernández y luego respondió ante un remate de Enzo González de frente al arco.
Recién a los 25 minutos, el “Santo” probó al arco por primera vez con una media vuelta de Toledo (pareció bajarla con el brazo) que se fue por encima del horizontal.
Y tras cartón, el dueño de casa pasó el mayor sofocón de la tarde. Llegó un balón aéreo, nadie la pudo despejar, Bonet asistió a Fede Pérez, pero el disparo cruzado del 8 se fue apenas desviado. En el tramo final, los de Mungo retomaron el control del partido y otro derechazo de Antú Hernández murió en las manos del 1 visitante.
Fue un torbellino
Los dos entrenadores metieron mano en el vestuario. Nazareno Godoy rompió la línea de 5, mandó al picante Ibarra a la cancha y Mungo cambió pieza por pieza: Tapia por Formigo. Y el volante tucumano sería determinante en el desarrollo del partido.
Con el cambio de postura, San Martín quedó más expuesto y el trámite se hizo más de ida y vuelta, al menos en el arranque del complemento.
El local comenzó a encontrar espacios y llegaron las chances de gol.
Distaulo tuvo todo a su merced para romper el cero, pero elevó su tiro a boca de jarro luego de un centro atrás perfecto de Elordi, quien le había ganado el mano a mano a Fede Pérez.
Luego, un derechazo del activo Tapia se fue apenas desviado tras un leve roce en Farías. Poco después, llegó otra ocasión nítida del local. Tunessi habilitó a Elordi –fue un pistón por la franja izquierda– y el 3 le sirvió el gol a Tapia, pero el remate del 15 no pudo vencer a Correa, de notable intervención.
Hasta que a los 26 minutos llegó el primer desahogo tricolor. Enzo González armó una maniobra colosal. El 10 arrancó por izquierda –casi en su campo– metió dos caños maravillosos, se filtró hacia el centro y descargó con precisión para Tapia. Y el tucumano abrió el pie izquierdo para romper el cero y quebrar la resistencia de Correa, quien alcanzó a desviar el balón, pero sin poder evitar la primera caída de su arco.
El gol tranquilizó a Villa Mitre. Su rival ya no tuvo resto físico y anímico para ir a poner en peligro el éxito parcial del local y los centrales tuvieron trabajo a destajo en cada contra tricolor.
Y a los 36, el dueño de casa le bajó la persiana al partido. Otra vez emergió Tapia y habilitó a Martín Peralta, quien definió con clase cruzando su disparo ante el achique desesperado de Correa, que nada pudo hacer.
Fue el golpe de gracia porque para entonces el conjunto villamitrense ya estaba con toda la confianza para comenzar el pasaje a la semifinal con toda su gente.
Los minutos se fueron consumando y Vila Mitre volvió a ratificar su fuerte localía con otra muy buena producción colectiva para alimentar el sueño de revancha.
Así se metió entre los cuatro para esperar al próximo adversario. ¿Será Olimpo en el clásico? El veredicto estará mañana a la noche.