El 1 de junio de 1831, el explorador británico James Clark Ross y su equipo lograron identificar la ubicación del Polo Norte Magnético durante una expedición al Ártico.
Este hallazgo fue crucial para la navegación y la cartografía, ya que el Polo Norte Magnético es el punto hacia el que apuntan las brújulas y su ubicación varía con el tiempo debido a los movimientos del núcleo terrestre. La expedición de Ross no solo representó un logro científico, sino que también abrió nuevas rutas para la exploración polar y sentó las bases para futuras investigaciones en la región.