Aunque ocurrió siglos antes, el 8 de junio es recordado por el ataque de los vikingos a la abadía de Lindisfarne, en Northumbria, Inglaterra, en el año 793.
Este asalto marcó el comienzo de la era vikinga, caracterizada por incursiones, saqueos y colonizaciones escandinavas en Europa. La brutalidad y el impacto de este ataque sorprendieron a la cristiandad medieval y cambiaron el curso de la historia europea, influyendo en la política, la cultura y la militarización de la región durante siglos.