El 21 de abril de 1880 marcó un momento solemne para Argentina y América Latina, cuando los restos del general José de San Martín, el Libertador de América, zarparon desde Francia rumbo a Buenos Aires.
Este traslado representó un acto de homenaje y reconocimiento a uno de los próceres más importantes de la independencia americana. Su llegada a Buenos Aires el 28 de mayo de ese año permitió que el país rindiera tributo a su legado, consolidando su figura como símbolo de libertad y unidad nacional.
Este hecho histórico refleja el profundo respeto y admiración que San Martín sigue generando en la memoria colectiva argentina y latinoamericana.