El 20 de junio de 1977 se completó la construcción del Trans Alaska Pipeline System, un oleoducto de casi 1.300 kilómetros que atraviesa el estado de Alaska desde el sur hasta el norte.
Esta infraestructura fue diseñada para transportar petróleo en condiciones climáticas extremas, siendo una obra de ingeniería crucial para la economía estadounidense. El oleoducto permitió explotar los ricos yacimientos petrolíferos del norte de Alaska, transformando la región y generando un impacto significativo en el mercado energético global.
Su construcción marcó un hito en la capacidad técnica y logística para operar en zonas remotas y hostiles.