El 18 de mayo de 1980, el monte Santa Helena, en el estado de Washington, Estados Unidos, se encontraba en plena actividad volcánica tras la gran erupción del 18 de mayo.
Esta erupción fue una de las más violentas del siglo XX, causando la destrucción de vastas áreas boscosas, la muerte de 57 personas y alteraciones significativas en el ecosistema local.