El 15 de julio de 1815, tras la derrota definitiva en la batalla de Waterloo, Napoleón Bonaparte fue exiliado a la remota isla de Santa Helena en el Atlántico Sur.
Este destierro marcó el fin de su imperio y de su influencia directa en Europa. Santa Helena se convirtió en su prisión hasta su muerte en 1821, y su exilio simbolizó la caída del poder napoleónico y un cambio en el equilibrio político europeo.