La Escuela Nº 5 “Manuel Belgrano” y su jardín infantil, ubicados en la intersección de Larralde y D´Ella Rossa, permanecen cerrados desde hace más de dos meses. El motivo oficial: un desperfecto eléctrico. Sin embargo, la comunidad cuestiona la falta de solución y señala que la demora podría responder a una estrategia política para generar descontento.
Según testimonios recogidos, el problema eléctrico surgió hace más de 60 días, pero las autoridades municipales no han iniciado las reparaciones. Los alumnos fueron reubicados en otras instituciones educativas, lo que ha generado inconvenientes logísticos para las familias y afectado la continuidad pedagógica.
Docentes, padres y vecinos organizaron un petitorio que presentaron al Consejo Escolar local, órgano que responde al espacio político del intendente Diego Valenzuela (Ahora referente de LLA). La respuesta fue contundente: “Provincia no manda los fondos, ni bien tengamos novedad le avisamos”.
Fuentes consultadas coinciden en que el problema eléctrico no sería de alta complejidad técnica. “No se trata de una falla estructural, sino de reparaciones básicas que podrían resolverse en semanas”, aseguró un docente que prefirió mantener el anonimato. La comunidad interpreta la demora como una postergación intencional, vinculada a la gestión municipal.
El intendente ha enfrentado críticas recurrentes por su estilo de gestión. Durante la pandemia, priorizó obras como el Hospital Modular de Martín Coronado, mientras se denunciaron vacunatorios VIP y sobreprecios en compras municipales. Además, su administración ha sido cuestionada por contrataciones directas sin licitación, como los casos de las empresas Dietrich S.A. y Bricons, vinculadas a figuras políticas.
Mientras el edificio permanece inactivo, los vecinos y las familias reclaman transparencia. “No pedimos nada extraordinario: que los chicos tengan su escuela en condiciones. La respuesta del Consejo Escolar fue despectiva”, denunció una madre de alumno. La falta de información sobre los fondos asignados por la Provincia y los plazos para la reparación agrava la desconfianza.
La comunidad planea nuevas acciones para visibilizar el conflicto. Mientras tanto, el petitorio sigue sin respuesta concreta. La pregunta que resuena en el barrio es clara: ¿Hasta cuándo?