TRES DE FEBRERO, DONDE VA EL VIENTO VA VALENZUELA

La reciente entrevista del intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela, en el canal LN+ dejó en evidencia un cambio político tan abrupto como cuestionable.

En ella, el jefe comunal no solo justificó la falta de obras nacionales por parte del gobierno de Javier Milei, sino que también oficializó su paso a La Libertad Avanza (LLA), atacó a dirigentes del PRO, se desmarcó de su pasado político y respaldó la polémica postura de “cárcel o bala” que promueve José Luis Espert. Este giro, lejos de reflejar una evolución ideológica genuina, parece ser una maniobra oportunista que prioriza la conveniencia personal sobre la coherencia política.

Resulta llamativo cómo Valenzuela intenta despegarse de su pasado en el PRO, partido que lo llevó al poder en Tres de Febrero y al cual defendió fervientemente durante años. En su discurso, el intendente parece haber olvidado su apoyo explícito a figuras como Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta, quienes fueron pilares fundamentales en su carrera política. Ahora, con un gobierno nacional liderado por Javier Milei y un clima político que favorece a las ideas libertarias, Valenzuela se posiciona como un nuevo aliado de LLA, renegando de sus antiguos compañeros como si nunca hubiera compartido sus valores ni estrategias.

Este “olvido selectivo” no solo es una falta de respeto hacia los votantes que confiaron en él bajo las banderas del PRO, sino que también pone en duda su credibilidad como dirigente. ¿Estamos ante un líder que adapta sus convicciones según el viento electoral? ¿O simplemente ante un político que prioriza su supervivencia personal por encima de cualquier principio?

Uno de los puntos más controvertidos de la entrevista fue la justificación que Valenzuela ofreció sobre la falta de obras nacionales por parte del gobierno de Javier Milei. Según él, esta ausencia responde a una supuesta “coherencia” del nuevo gobierno al no priorizar el gasto público. Sin embargo, esta explicación resulta poco convincente para los vecinos de Tres de Febrero y otros municipios que esperan soluciones concretas a problemas estructurales. ¿Cómo puede un intendente justificar la inacción del gobierno nacional mientras sus propios ciudadanos enfrentan carencias en infraestructura y servicios básicos?

En lugar de exigir respuestas y recursos para su municipio, Valenzuela optó por alinearse con el discurso oficialista de Milei, demostrando una preocupante desconexión con las necesidades reales de su comunidad. Este tipo de actitudes refuerzan la percepción de que algunos dirigentes están más preocupados por agradar al poder central que por cumplir con sus responsabilidades locales.

Otro aspecto alarmante fue el respaldo explícito que Valenzuela dio a José Luis Espert como candidato ideal para la provincia de Buenos Aires dentro de LLA. Al hacerlo, también avaló la postura extremista del economista en materia de seguridad, sintetizada en la frase “cárcel o bala”. Este tipo de declaraciones no solo son peligrosas por su carácter autoritario, sino que además simplifican problemáticas complejas como la inseguridad con soluciones violentas e ineficaces.

Es preocupante que un intendente como Valenzuela, quien debería promover políticas integrales y humanas para combatir el delito, se alinee con discursos que apelan al miedo y a la represión como únicas respuestas. ¿Acaso esta es la visión que quiere imponer en Tres de Febrero? ¿Una política basada en balas antes que en derechos?

El viraje político de Diego Valenzuela plantea serias dudas sobre sus verdaderas intenciones. Más allá del discurso público sobre “renovación” o “coherencia”, lo cierto es que este cambio parece responder más a una estrategia personal para mantenerse relevante en el nuevo mapa político argentino. Sin embargo, este tipo de movimientos oportunistas suelen tener fecha de vencimiento: los votantes no suelen perdonar fácilmente las traiciones ni los cambios bruscos sin justificación clara.

Valenzuela enfrenta ahora un desafío doble: demostrar que su alineamiento con LLA no es un simple salto al vacío motivado por intereses personales y reconectar con una ciudadanía cada vez más crítica y exigente. De lo contrario, corre el riesgo no solo de perder legitimidad como dirigente local, sino también de convertirse en otro ejemplo más del cinismo político que tanto daño le hace a la Argentina.

En definitiva, Diego Valenzuela tiene mucho por explicar. Mientras tanto, los vecinos siguen esperando algo más importante: gestión real y compromiso con sus necesidades.

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