El cierre del acto en el Movistar Arena dejó una postal tan caótica como el resto de la jornada. Tras casi dos horas de espectáculo, Javier Milei se despidió del público con una frase insólita: anunció que debía “bañarse para luego vestirse de Presidente” antes de continuar con la segunda parte de la noche, en un intento de humor que no logró disimular el tono errático del evento.
Lo que siguió fue una suerte de talk show improvisado: el vocero presidencial Manuel Adorni subió al escenario para entrevistar al mandatario, aunque antes, según se anticipó, habría una “introducción especial” a cargo del escritor Agustín Laje.
Laje, referente de la ultraderecha conservadora, fue presentado como uno de los “pensadores” del espacio libertario. Líder de la Fundación Faro, su organización dedicada a difundir ideas reaccionarias, el cordobés es conocido por su discurso abiertamente homofóbico y antifeminista.
En sus intervenciones suele reivindicar el papel de su abuela como la primera en inculcarle sus convicciones ideológicas, una figura que menciona con devoción mientras despliega un discurso que desprecia a la mayoría de las mujeres y enciende los aplausos del sector más radicalizado del auditorio.