El 19 de mayo de 1822, el Congreso mexicano ratificó a Agustín de Iturbide como emperador constitucional del Imperio Mexicano, bajo el nombre de Agustín I.
Este acto formalizó la independencia de México y marcó el inicio de un breve pero significativo periodo monárquico en la historia del país.
Iturbide, líder militar y político, fue una figura clave en la consumación de la independencia mexicana, pero su gobierno enfrentó múltiples desafíos internos y externos. Su coronación generó expectativas y controversias que desembocaron en su abdicación y exilio apenas un año después.
El 19 de mayo recuerda un momento crucial en la construcción del México independiente, evidenciando las complejidades políticas y sociales de la época. La figura de Iturbide sigue siendo objeto de análisis y debate en la historia nacional.