Lo había avisado Imanol cuando no suele ser habitual en las previas que se refiera a un posible empate en lugar de pensar única y exclusivamente en el triunfo. La lección estaba aprendida por fin.
La Real llevaba dos salidas seguidas ante rivales directos en las que tenía una oportunidad magnífica para dar un golpe encima de la mesa frente a un rival que se jugaba casi el todo por el todo. No eran finales para los blanquiazules. Sí para sus enemigos.
Esto significaba que el empate le valía para evitar que los contrincantes se acercaran y tachar una jornada más en este sprint final sin que se consumiera su golosa ventaja. Ayer lo tuvo claro desde el inicio. Una salida en tromba en busca de un gol que, como tantas otras veces y a pesar de su nítido dominio no llegó para después, cuando el Betis tocó arrebato, permitiera controlar bien la situación y evitar una derrota que hubiera resultado garrafal.
Fue un duelo en el que apenas pasaron cosas, algo que siempre le convino a los donostiarras. Algunos se sentirán decepcionados porque desde que se cumplió la primera media hora de juego los realistas apenas atacaron, pero la clasificación de objetivos tan importantes también se consiguen aguantando y jugando en función del resultado. Por si fuera poco, en el descuento, Merino tuvo en sus botas el triunfo, pero su flojo remate lo detuvo el meta luso.
“Pequeños detalles”. Esa es la excusa, porque es una excusa, que más ha utilizado Imanol para justificar el bajón de resultados en la segunda vuelta. Si se repiten tanto, dejan de ser pequeños y se convierten en grandes. Pero hay una circunstancia en la que se debería admitir dicha disculpa y es en los encuentros ante el Betis en las últimas fechas. Pese a haber acabado algunas en sonoras derrotas, como las goleadas del año pasado en la Liga y en la Copa, quizá la decepción más dura que ha sufrido este proyecto en los últimos cuatro cursos, todos los enfrentamientos se han decidido o encarrilado por cuestión de milímetros.
De ahí que la Real siempre ha pensado que podía derrotarle a pesar de llevar cinco encuentros sin conocer la victoria y de no anotar un gol desde que Oyarzabal le adelantó en el marcador en la eliminatoria del torneo del KO en Sevilla, que acabó en disgusto tras la bochornosa expulsión de Illarramendi por parte de Mateu Lahoz.
El gran referente de la alineación del Betis sin Ben Fekir era Sergio Canales. Su presencia es una adulteración de la competición clara y manifiesta. Estamos de acuerdo con que su sanción de cuatro partidos es excesiva por su enfrentamiento también con Mateu, pero arrastra dos castigos, al haber visto la roja frente al Cádiz, y en Anoeta jamás han visto cómo se concedía la cautelar a muchas de las sanciones que han sufrido en los últimos años. Es más, cuando regresó a Primera, en 2011, sufrió un increíble retraso al castigo que recibió Muniain tras haber visto la quinta amarilla que acabó influyendo mucho en un derbi gracias tras la inconcebible absolución momentánea que recibió (el duelo finalizó 2-1). Algo huele a podrido en este campeonato… Y siempre son los mismos los que pagan y resultan perjudicados. O casi siempre.
Imanol introdujo cinco cambios respecto al equipo que se impuso al Rayo. Gorosabel y Le Normand, tras cumplir su sanción, entraron en la zaga e Illarra, Brais y Kubo, en la medular. Por lo tanto, Merino y Silva fueron los grandes e inesperados sacrificados, y Oyarzabal y Sorloth se mantuvieron en punta. Algo, sin duda, inesperado si se tiene en cuenta las decisiones del oriotarra durante su brillante etapa en el primer equipo. El oriotarra se decantó de nuevo y de forma sorprendente tras conocer la alineación por el 4-3-3 ante un Betis en el que Ayoze ejerció de estilete en lugar de Borja Iglesias. Su objetivo parecía ser que Kubo hiciera sangre en la banda derecha que defendía Miranda.
Fuente: https://www.noticiasdegipuzkoa.eus/
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Claudio Gambale 46 años , Periodista de Tres de Febrero.