PINK FLOYD Y THE DIVISIÓN BELL: EL REGRESO A LAS RAICES DEL ROCK PROGRESIVO

El 28 de marzo de 1994, Pink Floyd lanzó The Division Bell, su decimocuarto y último álbum de estudio, marcando un regreso colaborativo tras la salida de Roger Waters. A 30 años de su publicación, este trabajo sigue siendo un referente del rock progresivo, con un sonido que fusionó innovación y nostalgia.
Grabado entre diciembre de 1992 y enero de 1994 en estudios como Britannia Row y la casa flotante de David Gilmour, The Division Bell fue el segundo álbum sin Waters. Gilmour y Richard Wright (teclista) lideraron la composición, mientras Nick Mason (batería) completó el trío. Bob Ezrin, productor histórico de la banda, colaboró en la mezcla. Las letras, coescritas por Polly Samson (pareja de Gilmour), exploraron temas como comunicación, aislamiento y ambigüedad.
El diseño de Storm Thorgerson incluyó dos cabezas metálicas de 12 metros en un campo cerca de Ely, Inglaterra, creando una ilusión óptica de una tercera cara. Las esculturas, hoy en el Rock and Roll Hall of Fame, simbolizaban el diálogo y la conexión humana1. Para promocionarlo, la banda usó un dirigible translúcido en forma de pez que sobrevoló Londres, generando expectativa mediática.
El álbum debutó en el número uno en Reino Unido y EE.UU., vendiendo más de 10 millones de copias en Estados Unidos. Aunque inicialmente recibió críticas mixtas, con el tiempo fue reconocido como un clásico del rock progresivo, destacando por su sonido atmosférico y temas como High Hopes (con su icónico solo de guitarra) y Marooned (ganadora de un Grammy en 1995).
-
«Cluster One»: Instrumental que abre el álbum con texturas de teclado y guitarra ambiental.
-
«Take It Back»: Con influencias de rock clásico y letras sobre relaciones.
-
«Wearing the Inside Out»: Única canción con Wright como vocalista principal desde The Dark Side of the Moon (1973).
-
«High Hopes»: Cerrador del disco, con referencias a la infancia de Gilmour y un solo de guitarra que se ha convertido en un himno.