Ya lo dijo hace muchos años antes de morir, Julio Blanck “En Clarín hacíamos periodismo de guerra”.
Algo que hasta hace no mucho tiempo atrás parecía raro, hoy es muy común y en algún punto saludable. Por lo menos para el lector, oyente, pero claro siempre con la verdad y objetividad.
Dentro de las reglas del periodismo todo, por fuera de ellas nada. Es bueno saber qué posición tiene cara periodista o medio, mientras eso no afecta la calidad de información. Al menos un oyente, un lector, está sabiendo desde que lugar les hablan o escriben.
El problema es cuando muchos y muchas se venden como independientes y no lo son. Hoy en día es mucho más la opinión que la información, todo es opinable y discutible.
El viejo y clásico periodismo de información pura y objetiva, ya casi que se está perdiendo. De hecho, la mayoría de los medios de comunicación tienen una ideología marcara, por más que no la digan. Periodistas incluso se atreven a criticar al gobierno o a un sector político en particular, muchas veces sin ninguna prueba alguna.
Propagandear el odio, compartir noticias falsas, fake news, están a la orden del día. No está mal tener una posición partidaria, aunque vaya en contra del espíritu del periodismo, al menos es más honesto que alguien sepa con que ideología escribe, que vender falsa objetividad.