David Alfaro Siqueiros, uno de los pilares del muralismo mexicano junto a Diego Rivera y José Clemente Orozco, nació el 29 de diciembre de 1896 en Santa Rosalía, Chihuahua. Este pintor, activista político y militar encarnó la fusión entre arte y compromiso ideológico, utilizando sus obras para denunciar injusticias sociales y promover el marxismo. Su legado perdura en murales monumentales que transformaron espacios públicos en México y el mundo.
Formación y primeros pasos
Desde joven, Siqueiros mostró inclinación por el arte y la rebeldía. Ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria en 1911 y participó en la huelga estudiantil de la Academia de San Carlos, protestando contra métodos anticuados. A los 18 años, se unió al Ejército Constitucionalista de Venustiano Carranza para combatir a Victoriano Huerta, experiencia que moldeó su visión revolucionaria.
En 1919 viajó a Europa, donde conoció a Rivera y publicó en Barcelona el «Manifiesto a los Artistas de América», un texto fundacional que abogaba por un arte americano independiente y proletario. De regreso en México en 1922, pintó frescos en la Escuela Nacional Preparatoria e impulsó sindicatos de artistas y obreros.
Compromiso político radical
Miembro del Partido Comunista Mexicano, Siqueiros vivió exilios, prisiones y acciones controvertidas por su activismo. En 1936-1939 combatió en la Guerra Civil Española como teniente coronel republicano. En 1940 lideró un fallido atentado contra León Trotsky en Coyoacán, que resultó en la muerte de un guardaespaldas y heridas a un menor.
Fundó el Sindicato de Obreros Técnicos, Pintores y Escultores en 1924, editando el periódico El Machete, y en 1965 creó «La Tallera», un taller experimental para innovar en técnicas pictóricas. Recibió premios como el de la Bienal de Venecia en 1950 y el Nacional de Artes de México en 1966.
Influencia en Argentina y legado global
Siqueiros tuvo vínculos con Argentina: en los años 30 pintó un mural en el sótano de la quinta de Natalio Botana, fundador de Crítica, y en 1933 publicó «Un llamamiento a las Plásticas Argentinas» en Voz Crítica. En 1964 escribió una carta inédita instruyendo contactos locales.
Sus murales, como Por la patria o Marcha de la Humanidad, emplearon técnicas innovadoras como resinas sintéticas y proyecciones. Falleció el 6 de enero de 1974 en Cuernavaca, dejando un impacto en el arte público latinoamericano que se conmemora en su 125 aniversario natalicio.