Rodolfo Giménez, más conocido como Argentino Luna, nació el 21 de junio de 1941 en General Madariaga, Provincia de Buenos Aires, un territorio conocido como el Pago Gaucho que marcó profundamente su identidad artística y personal.
Hijo de campesinos, su infancia transcurrió en contacto con la naturaleza y la vida rural, donde aprendió de manera autodidacta los ritmos y estilos de la música folclórica argentina, especialmente la milonga, la zamba, la cifra y la huella, géneros que luego serían la base de su extensa obra musical.
Desde muy joven, trabajó como peón en Villa Gesell, donde se enamoró de las tradiciones criollas y la poesía popular, influencias que se reflejaron en sus letras sencillas pero emotivas, cargadas de amor por el paisaje, la cultura y la gente de su tierra natal. Su talento natural lo llevó a Buenos Aires en los años 60, donde comenzó a tocar en escenarios y programas de televisión, logrando su primer gran éxito con la canción «Zamba para decir adiós», que le abrió las puertas al reconocimiento nacional.
Argentino Luna fue un cantor testimonial que plasmó en más de 300 composiciones la vida cotidiana, las costumbres y la belleza de la Argentina profunda. Su estilo, cercano al payador, le permitió conectar con el público de manera auténtica y profunda, convirtiéndose en un símbolo del folclore surero bonaerense junto a figuras como José Larralde y Alberto Merlo. Su música trascendió fronteras, llevando la voz de su tierra a países como Japón, Estados Unidos, Brasil, Uruguay, Costa Rica y Panamá, entre otros.
Apodado «El Negro» y «El Gaucho de Madariaga», Luna mantuvo siempre un fuerte vínculo con sus raíces campesinas y su amor por la pampa extensa, el viento atlántico y la vida rural que moldearon su obra. Fue un artista que no solo cantó, sino que también narró historias de su gente, de los paisajes y de las tradiciones argentinas, dejando un legado invaluable para la cultura nacional.
A lo largo de su carrera, Argentino Luna recibió numerosos reconocimientos, entre ellos la Palma de Plata, el Limón de Oro y el Gardel de Oro, destacándose como uno de los grandes referentes del folclore argentino del siglo XX. Falleció el 19 de marzo de 2011 en Buenos Aires, tras una larga enfermedad, dejando un legado imborrable en la música popular argentina.
Su vida y obra siguen siendo celebradas en su ciudad natal, donde se ha creado un circuito turístico para seguir sus huellas y mantener viva la memoria de este cantor que llevó la voz del Pago Gaucho a todo el mundo.