El 30 de diciembre de 1975, en un hospital de Cypress, California, nació Eldrick Tont «Tiger» Woods, el niño que revolucionaría el mundo del golf y se convertiría en uno de los deportistas más icónicos de la historia. Aquel martes, bajo el signo de Capricornio, llegó al mundo un prodigio destinado a romper barreras raciales, registros y prejuicios en un deporte tradicionalmente elitista y dominado por blancos.
Hijo de Earl Woods, un exsoldado afroamericano y veterano de Vietnam que jugó béisbol en las ligas menores, y Kultida Punsawad, una tailandesa de ascendencia china, mixta india y tailandesa, Tiger heredó una determinación feroz desde la cuna. Earl, primer negro en las Big Eight Conference de golf universitario, reconoció tempranamente el talento de su hijo: a los seis meses, Tiger ya imitaba los swings de su padre desde un carrito de supermercado. Cypress, un suburbio modesto de Los Ángeles, fue el escenario de sus primeros golpes, lejos de los greens exclusivos que pronto conquistaría.
El nacimiento de Woods coincidió con un momento turbulento en EE.UU.: la posguerra de Vietnam y la lucha por los derechos civiles aún resonaban. Su familia mestiza simbolizaba la diversidad emergente, y Earl lo apodó «Tiger» en honor a un compañero de armas, el teniente coronel Vuong Dang Phong. Desde pequeño, Tiger demostró una precisión sobrenatural: a los dos años, ya hundía putts en el programa de Bob Hope; a los tres, ganó su primer torneo; ya los cinco, venció a adultos en campos locales.
Este humilde comienzo allanó el camino para una carrera legendaria: 15 majors, 82 victorias en el PGA Tour —empatando a Sam Snead— y un impacto global que popularizó el golf como nunca antes. Woods no ganó torneos en solitario; transformó el deporte en un negocio multimillonario, atrayendo patrocinadores y audiencias masivas. Su nacimiento, hace 50 años hoy, recuerda que las grandes leyendas nacen en lo cotidiano, forjadas por talento innato y una familia visionaria.
Hoy, en su quinto decenio, Tiger sigue inspirando pese a lesiones y escándalos personales. Su legado trasciende fairways: es ícono de superación, resiliencia y cambio cultural en el deporte.