El «multiverso Neura» es uno de los experimentos más llamativos del nuevo ecosistema mediático argentino. Con Alejandro Fantino como uno de sus dueños y caras más visibles, Neura se posiciona en la grilla radial y digital con una programación que prioriza el debate de actualidad desde una mirada relajada y casi caótica: según la propia descripción, el objetivo es hablar «de todo un poco», siempre atravesado por opiniones personales y, muchas veces, desconectadas del rigor profesional del análisis periodístico tradicional.
Uno de los denominadores comunes de muchos programas (especialmente «Multiverso Fantino») es el respaldo explícito a las ideas liberales y la agenda del presidente Javier Milei. En reiteradas emisiones, tanto Fantino como sus panelistas han defendido políticas como la reducción del Estado, el recorte del gasto público y la dolarización paulatina, ejes centrales del discurso libertario impulsado por Milei.
En este contexto, la dinámica de los paneles de Neura suele rozar lo humorístico e incluso lo absurdo, evocando el formato del histórico sketch «Hablemos sin saber» de «Sin Codificar». En aquel segmento, un grupo de supuestos expertos opinaba sobre temas complejos desde la más absoluta ignorancia, generando situaciones disparatadas pero reveladoras de cómo funciona buena parte del debate público argentino.
Esta lógica quedó expuesta en el episodio donde Agustín Rodríguez, uno de los panelistas, justificó la suba del dólar acusando al «kirchnerismo» y afirmando que «el dólar sube porque la gente no quiere que vuelvan los kirchneristas». Dicha afirmación, cuidado de análisis económico riguroso o pruebas cuantificables, fue validada por el resto del panel que ascendió sin objeciones, limitando el debate a una reiteración de relatos simplificados bajo el paraguas de las «cuestiones electorales».
Este tipo de argumentación, que omite deliberadamente los factores estructurales que inciden en la economía —como la deuda externa, el contexto internacional o las medidas propias del actual gobierno—, forma parte de una estrategia de construcción de relación. La narrativa suele asignar responsabilidades solo a la oposición política y califica cualquier dificultad económica como consecuencia exclusiva de sus acciones o amenazas de retorno, desplazando la autocrítica o el análisis multicausal.
En la era de las redes sociales, esta clase de relatos encontró un terreno fértil para amplificarse y viralizarse, generando burbujas discursivas donde las ideas-fuerza se replican en forma de memes, videos cortos o simples frases. Estudios recientes sobre la conversación digital argentina evidencian que la economía se debate cada vez más desde la emocionalidad y los relatos políticos, reduciendo la complejidad a consignas y posicionamientos binarios.
Así, Neura ejemplifica el problema, pero también la potencia, de los nuevos medios: audiencias masivas, formatos informales, escasa profundidad de análisis y proliferación de relatos confeccionados a gusto de sus propios intereses —ya sean políticos, económicos o meramente de posicionamiento digital—. Mezclando entretenimiento, opinión y política, logra impactar en la agenda, pero lo hace en ocasiones desde la consigna más que desde el rigor. Una suerte de «hablemos sin saber» amplificada por millones y con potencial para moldear el sentido común.