Malala Yousafzai nació el 12 de julio de 1997 en el valle de Swat, en Pakistán, una región que en su infancia estuvo marcada por el dominio talibán y la violencia.
Desde muy pequeña, Malala mostró una profunda pasión por la educación, influenciada por su padre, Ziauddin Yousafzai, un profesor y activista que dirigía una escuela para niñas en la zona y que la alentó a expresarse y luchar por sus derechos.
A los 11 años, Malala comenzó a escribir un blog para la BBC bajo un seudónimo, donde relataba la difícil situación bajo el régimen talibán, que prohibía la educación para las niñas. Su valentía y determinación para asistir a la escuela y defender el derecho a la educación femenina la convirtieron en un símbolo de resistencia frente a la opresión.
El 9 de octubre de 2012, cuando tenía 15 años, Malala fue víctima de un atentado por parte de los talibanes, quienes le dispararon en la cabeza mientras regresaba a casa de la escuela. A pesar de la gravedad de sus heridas, sobrevivió y continuó su activismo con mayor fuerza, convirtiéndose en una voz global por la educación de las niñas y los derechos humanos.
En 2013, junto a su padre, fundó el Fondo Malala, una organización dedicada a promover la educación de las niñas en todo el mundo y a sensibilizar sobre sus beneficios sociales y económicos. Ese mismo año, fue galardonada con el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia por el Parlamento Europeo, y en 2014 recibió el Premio Nobel de la Paz, convirtiéndose en la persona más joven en obtenerlo.
Malala continuó sus estudios en Inglaterra, asistiendo a la Edgbaston High School for Girls y luego a la Universidad de Oxford, donde se graduó en Filosofía, Política y Economía en 2020. En 2023 fue nombrada la Honorary Fellow más joven en la historia del Linacre College de Oxford.
Su lucha ha inspirado a millones y ha puesto en la agenda internacional la importancia de garantizar una educación inclusiva y de calidad para todos, especialmente para las niñas, en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. En marzo de 2018, Malala regresó a Pakistán por primera vez desde el atentado para inaugurar una escuela para niñas, un símbolo de su compromiso con su país natal y su causa.
Malala ha declarado: “Libraremos una gloriosa lucha contra el analfabetismo, la pobreza y el terrorismo; tomaremos nuestros libros y lápices porque son armas más poderosas”. Su historia es un testimonio de coraje, resiliencia y esperanza en la educación como motor de cambio social.
Con AFP.