LA RELOCALIZACIÓN DE UNA SUCURSAL DEL BANCO NACIÓN A TRES DE FEBRERO: MÁS POLÍTICA QUE EFICIENCIA FISCAL

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La decisión del Banco Nación de cerrar su sucursal en Ramos Mejía (La Matanza) y trasladar operaciones a Ciudadela (Tres de Febrero) no responde a una competencia tributaria saludable, sino a una estrategia política alineada con los intereses del gobierno de Javier Milei.

Aunque el intendente Diego Valenzuela celebra la medida como un triunfo de la baja impositiva, los datos y el contexto revelan otra realidad.

El Banco Nación es una entidad estatal, no una empresa privada que deba optimizar costos. Su función histórica ha sido garantizar acceso al crédito en zonas marginadas, no maximizar ganancias. La comparación de tasas municipales (7,5% en La Matanza vs. 0,42% en Tres de Febrero) pierde relevancia cuando se trata de un banco público, cuyas decisiones deberían priorizar el interés social sobre el ahorro fiscal.

El traslado coincide con el decreto de Milei que convirtió al Banco Nación en una sociedad anónima, paso previo a su eventual venta. Esta transformación legal busca facilitar la entrada de capitales privados, no mejorar la eficiencia operativa. La medida genera alertas: ¿qué garantías hay de que los servicios en zonas vulnerables no se reduzcan bajo un modelo privado?

Valenzuela omite que ningún banco privado abandonó La Matanza por tasas municipales. Si el costo tributario fuera insostenible, otras entidades habrían seguido el mismo camino. La ausencia de migraciones masivas sugiere que el Banco Nación actúa como instrumento político, no como actor económico racional.

El traslado fortalece la influencia de Valenzuela, recientemente incorporado a La Libertad Avanza. La relocalización de recursos estatales a su municipio no solo atrae inversiones, sino que lo posiciona como candidato potencial a gobernador en 2027. La reducción de tasas en Tres de Febrero, aunque beneficia a la entidad, también refleja una alianza estratégica con el gobierno nacional.

La competencia tributaria entre municipios puede ser útil en ciertos contextos, pero no justifica que un banco estatal abandone una comunidad. La medida actual es parte de una agenda política que prioriza la privatización sobre el rol social del Banco Nación. Valenzuela celebra una victoria efímera: si el banco se vende, las tasas bajas de Tres de Febrero no garantizarán su presencia en el futuro. La verdadera batalla no es entre municipios, sino entre un modelo público y otro privatizador.

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