LA RECUPERACIÓN DE LA TEXTÍL DE VILLA LYNCH: MEMORIA BAJO UN GOBIERNO NEOLIBERAL, Y LA PARADOJA ACTUAL DE LA LIBERTAD AVANZA EN EL DISTRITO

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La historia de la fábrica textil de Villa Lynch, en el partido de San Martín, es un emblema de la resistencia obrera frente al vaciamiento empresarial y las políticas neoliberales que golpearon a la industria nacional durante el gobierno de Mauricio Macri.

En 2019, tras una quiebra fraudulenta y meses de ocupación, 65 trabajadores y trabajadoras –en su mayoría mujeres y migrantes– lograron reabrir la planta bajo la forma de cooperativa, con el apoyo del municipio y el Sindicato del Vestido, en una de las gestas más significativas del movimiento de fábricas recuperadas en la Argentina reciente.

De la estafa patronal a la autogestión

La ex Sport Tech, reconocida por confeccionar indumentaria para grandes marcas y equipos nacionales, llegó a emplear a 300 personas. Sin embargo, a fines de 2018, su dueño Pablo Enríquez declaró la quiebra, dejando a decenas de familias sin sustento y acumulando deudas salariales y previsionales. La maniobra incluyó despidos “con causa” para evitar indemnizaciones y el vaciamiento progresivo de la empresa.

Ante esta situación, los trabajadores iniciaron un paro en enero de 2019, exigiendo el pago de salarios y resistiendo tres órdenes de desalojo, hostigamiento policial y la indiferencia de los sindicatos tradicionales. La ocupación de la fábrica se extendió por seis meses, durante los cuales la solidaridad de organizaciones sociales, la intervención del municipio y la creación de un nuevo sindicato fueron claves para sostener la lucha y garantizar la subsistencia de las familias afectadas.

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Fallo judicial y reapertura: el nacimiento de la Cooperativa 8 de Enero

La resolución llegó con el fallo del juez Horacio Robledo, que reconoció a los trabajadores como acreedores en el proceso de quiebra y les otorgó el uso de las maquinarias, insumos y vehículos de la planta. Así, nació la Cooperativa 8 de Enero, integrada en un 70% por mujeres, muchas de ellas migrantes, que asumieron la dirección, administración y producción de la fábrica.

La reapertura fue celebrada con un acto histórico, corte de cinta y la presencia de vecinos y organizaciones que acompañaron el proceso. “Somos los nuevos dueños de la fábrica”, repetían emocionados los protagonistas de esta gesta, que rápidamente comenzaron a recibir pedidos de producción de pymes y marcas deportivas, así como del propio municipio.

Un contexto adverso: políticas neoliberales y amenazas a la industria

La recuperación de la textil de Villa Lynch se dio en un contexto de crisis industrial profunda: durante el macrismo, la apertura indiscriminada de importaciones, los tarifazos y la caída del consumo provocaron el cierre de miles de pymes y fábricas, con la industria funcionando al 40% de su capacidad y un promedio de 50 cierres diarios. El caso de Sport Tech no fue aislado: en el mismo distrito cerraron la fábrica de cosméticos Tsu y la metalúrgica Metalpar, dejando cientos de trabajadores en la calle.

El fenómeno de las empresas recuperadas creció en ese período, pero muchas de ellas enfrentaron obstáculos legales, tarifarios y de acceso al crédito, además de la falta de reconocimiento estatal y sindical. La experiencia de la Cooperativa 8 de Enero demostró que la autogestión es posible, pero requiere de organización, solidaridad y un Estado presente.

Paradojas actuales: discursos industriales y políticas de ajuste

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Hoy, mientras el gobierno de Javier Milei profundiza la apertura de importaciones y el desmantelamiento de la protección industrial, referentes de La Libertad Avanza en San Martín y Tres de Febrero intentan instalar un discurso de “populismo local” y preocupación por la industria, pese a que sus políticas y alianzas históricas han sido responsables del retroceso industrial en los últimos años. La memoria colectiva no debe perderse: la lucha de los trabajadores y trabajadoras de Villa Lynch es un recordatorio de que la defensa de la industria nacional y el trabajo digno no es compatible con recetas neoliberales ni con el abandono estatal.

“La unidad del campo popular tiene que alumbrar una nueva sociedad y que el Estado esté al servicio de las mayorías populares. La CTA Autónoma no solamente respalda, sino que confirma una consigna que tenemos desde hace mucho tiempo: fábrica que cierra, queda en manos de los trabajadores y las trabajadoras. Sabemos que pueden funcionar sin patrones porque tienen la capacidad de producir, de conducir y de dirigir”.

La historia de la Cooperativa 8 de Enero es, en definitiva, una lección de dignidad y organización colectiva frente a la adversidad, y una advertencia sobre los riesgos de repetir políticas que ya han demostrado su capacidad destructiva sobre el tejido productivo argentino.

Con NA.

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