Diego Valenzuela muestra una clara obsesión con el gobernador Axel Kicillof, más allá de una simple confrontación política. Sus críticas constantes y públicas, que van desde cuestionar la gestión en seguridad y obra pública hasta denunciar una «cultura planera» y la supuesta «visión estado-céntrica» del gobernador, reflejan una fijación que trasciende el debate institucional.
Valenzuela no solo cuestiona la gestión de Kicillof, sino que también se retira de actos oficiales cuando el gobernador lo critica o menciona a Javier Milei, evidenciando un rechazo personal y político muy marcado. Esta actitud se acompaña de un discurso en redes sociales y medios donde insiste en diferenciarse radicalmente del modelo de Kicillof y el kirchnerismo, mientras utiliza recursos provinciales para fortalecer su perfil político y su aspiración a la gobernación.
Lejos de un intercambio de ideas o una disputa equilibrada, Valenzuela parece enfocado en desacreditar a Kicillof de manera sistemática, lo que sugiere una obsesión política que condiciona su gestión y su relación con el gobierno provincial.