LA MERITOCRACIA MEDÍATICA: EL RELATO QUE SE IMPONE CADA VEZ QUE GOBIERNA LA DERECHA

Foto La Patria

Cada vez que en Argentina asume un gobierno de derecha, se observa un fenómeno recurrente en los principales medios de comunicación: proliferan las historias de superación personal, los relatos de éxito individual y los consejos para “salir adelante” a fuerza de esfuerzo y sacrificio. Titulares como “De empujar un carro a abogado”, “Cómo ahorrar comiendo sano y saludable” o “No tenía nada y ahora es dueño de una empresa” se vuelven moneda corriente. ¿Qué hay detrás de este discurso? ¿Por qué se insiste tanto en la meritocracia justo cuando las políticas tienden a profundizar la desigualdad?

El relato del esfuerzo individual

La narrativa meritocrática busca instalar la idea de que, en Argentina, todos tienen las mismas oportunidades y que, si alguien no progresa, es simplemente porque no se esfuerza lo suficiente. Bajo este prisma, el éxito depende exclusivamente de la voluntad personal y el sacrificio, invisibilizando las condiciones estructurales que condicionan la vida de millones.

Los medios, lejos de ser neutrales, actúan como reproductores de este relato. Al mostrar casos excepcionales como si fueran la norma, refuerzan la ilusión de igualdad de oportunidades. Así, se naturalizan las desigualdades y se culpabiliza a quienes no logran “salir adelante”.

El falso dilema de la igualdad de oportunidades

La meritocracia, en teoría, es un sistema justo: que cada uno llegue tan lejos como su talento y esfuerzo se lo permitan. Pero en la práctica argentina, la línea de largada no es la misma para todos. No es lo mismo nacer en una villa que en un barrio acomodado, acceder a una educación de calidad o tener que trabajar desde chico para ayudar en casa. La movilidad social existe, pero es la excepción, no la regla.

Cuando los medios insisten en estos relatos durante gobiernos de derecha, lo hacen en un contexto donde suelen implementarse políticas que recortan derechos, achican el Estado y profundizan la brecha entre ricos y pobres. El mensaje implícito es claro: “Si otros pueden, vos también. Si no lo lográs, es tu culpa”.

¿Por qué se impone este discurso?

El énfasis en la meritocracia cumple una función política: desactivar la empatía social y deslegitimar cualquier reclamo colectivo. Si todos parten de la misma base, entonces la pobreza es una elección, no una consecuencia de un sistema desigual. Así, se justifica la falta de políticas redistributivas y se promueve la competencia individual por sobre la solidaridad.

La próxima vez que veamos una nota de “superación” en los medios, conviene preguntarse: ¿a quién le sirve este relato? ¿Por qué se repite tanto en ciertos momentos políticos? Reconocer que no todos partimos del mismo lugar es el primer paso para construir una sociedad más justa, donde el éxito individual no tape la desigualdad estructural.

Sobre Nosotros