En la campaña electoral de 2025 en Argentina, ha surgido con fuerza un fenómeno inquietante: la utilización de herramientas de inteligencia artificial (IA) para crear y difundir Fake News, con un impacto creciente en la carrera política. Especialmente desde espacios afines a La Libertad Avanza y un marcado protagonismo de seguidores de Javier Milei, estas técnicas generan videos y contenidos que, aunque falsos, muestran una apariencia de realidad muy difícil de distinguir.
La Cámara Nacional Electoral ha declarado ilegal la difusión de videos manipulados digitalmente con IA durante la campaña, calificándola como un delito electoral que puede derivar en penas de prisión de hasta dos años. Esta definición busca frenar la propagación de deepfakes que confunden a los electores y afecta el clima democrático, dado que esos materiales suelen estar diseñados para desprestigiar a candidatos y fuerzas políticas contrarias.
Durante los últimos meses, en las redes sociales y plataformas digitales, se viralizaron videos donde dirigentes como Mauricio Macri o Silvia Lospennato aparecieron en situaciones ficticias, testimonios o declaraciones maliciosamente editadas con IA. Particularmente, La Libertad Avanza utilizó estas tecnologías para difundir imágenes y mensajes alterados que han contribuido a una campaña sucia contra adversarios políticos, como el gobernador Axel Kicillof y otros referentes del oficialismo.
A pesar de la clara advertencia legal, los seguidores del presidente Milei han empleado estas herramientas con tal realismo que algunos contenidos logran impactar emocionalmente a sectores del electorado. Las campañas digitales con IA confunden la frontera entre lo verídico y lo manipulado, potenciando una desinformación difícil de combatir solo con verificaciones tradicionales.
Desde expertos y actores políticos se impulsa la sanción de leyes y la adopción de medidas para regular y sancionar el uso de deepfakes y fake news electorales. La intención es preservar la transparencia y la autenticidad en los procesos democráticos, mitigando los riesgos que esta sofisticada tecnología representa para la confianza ciudadana en la información electoral.
La irrupción de estas nuevas herramientas tecnológicas redefine el paradigma de la campaña electoral y obliga a la ciudadanía, medios y autoridades a extremar los mecanismos de verificación y responsabilidad digital. En este nuevo campo de batalla, la desinformación artificial amenaza con torcer la voluntad popular mediante imágenes y relatos de apariencia real, pero carentes de verdad.
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