JUVENTUD Y POLÍTICA UNIVERSITARIA: ENTRE EL MITO Y LA REALIDAD

Foto NA

La idea instalada de que todos los jóvenes son libertarios merece ser cuestionada. Encierran posturas diversas, y del otro lado de la oposición —ya sea peronismo, nacionalismo, gremios o colectivos universitarios— la realidad no es tan homogénea.

Sobre todo, en las universidades, donde antes predominaba una fuerte presencia de la izquierda y la Franja Morada, el sentido de pertenencia y militancia ha cambiado notablemente.

Esto no debe verse necesariamente como algo negativo, ya que la universidad hoy se percibe más como un lugar para formarse y acceder a una salida laboral. Sin embargo, es fundamental entender que la política universitaria cumple un rol más allá de las ideologías: sostiene la idea de una educación gratuita y de calidad que beneficia a todos. También existe una visión ingenua que espera que todos los jóvenes estén preparados para una revolución política desde sus carreras, pero muchas veces los vínculos universitarios terminan siendo más sociales y afectivos que revolucionarios.

Hasta hace no mucho, ser universitario no era solo obtener un título, sino un acto profundo de militancia. La universidad formó cuadros jóvenes capaces de discutir qué Argentina quiere y cómo resolver años de pobreza acumulada. Ser joven no es sinónimo de revolución por sí solo; antes, los grandes cuadros políticos ya se habían formado intelectualmente y políticamente a los 34 años.

Frente a la falta de representación actual, es necesario recuperar en las universidades una juventud más pujante y comprometida, que vaya más allá de salir a protestar solo cuando se tocan fondos universitarios, y se involucre en la construcción de una Argentina que hoy enfrenta undesplome.

 

 

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