En tiempos de ajuste y recesión económica, el debate político está a la orden del día. Diferentes vertientes se disputan la agenda de poder y palabra, mientras varios movimientos identificados con el peronismo buscan posicionarse de cara al futuro. Surge entonces la pregunta central: ¿debe el peronismo apostar por la experiencia o darle lugar a los jóvenes?
Ser joven no garantiza experiencia, sobre todo si se reproducen las viejas prácticas políticas que se intentan combatir. La realidad actual muestra que el rol de la mujer sigue siendo secundario, muchas compañeras son vistas como objetos o relegadas a tareas administrativas, y las decisiones recaen en una sola persona, sin debatirse sobre qué, cómo, cuándo y para qué disputar poder dentro del movimiento nacional.
Se suele creer que basta ser revolucionario o crítico con lo que el peronismo alguna vez fue. Pero no es suficiente sumar voluntades similares solo por trayectoria o por pensar parecido. La prioridad debe ser: primero la patria, segundo el movimiento, tercero los nombres. Sin embargo, cada vez que surge algo nuevo, se insiste en la figura de un líder para conducir ese movimiento.
¿Es suficiente la buena voluntad o debe profundizarse el debate? Para contrarrestar el discurso de la derecha —aunque perjudicial para la mayoría— se necesita una propuesta sólida que no suene a reciclada. Los jóvenes pueden tomar el bastón de mariscal sí se forman políticamente y no se quedan con discursos de manual. Solo así podrán llegarle a la ciudadanía y recuperar las banderas del trabajo formal, la industria, la soberanía y la independencia económica.
En la época dorada de Juan Domingo Perón, el gobierno se caracterizó por la industrialización, la conquista de derechos y la tercera posición, es decir, el nacionalismo y la protección de la industria local. Hoy se perdió ese debate y se cree que China o Estados Unidos son la única salida para la crisis argentina. ¿Es ese el destino de Argentina, ser solo exportador de materia prima? ¿No sería mejor exportar productos terminados de calidad? Si alguna vez fabricamos autos, barcos y aviones, ¿por qué no hacerlo de nuevo?
La renovación del discurso peronista del siglo XX al XXI debe enamorar a un pueblo que ha cambiado. La derecha mantuvo entre un 30% y 40% de intención de voto desde el regreso de la democracia, lo que no puede ignorarse. En paralelo, es urgente potenciar a los jóvenes con herramientas, espacios y debates, replantear el rol de la mujer en el movimiento y reactivar la participación del movimiento obrero como actor central frente a la reforma laboral.
¿Podrán los jóvenes sortear este camino lleno de obstáculos? La respuesta exigirá compromiso, formación, democratización real y una renovación genuina del poder para retomar el rumbo auténtico del movimiento nacional.