El 19 de julio de 1912, una roca de 191 kilos explotó en el cielo sobre Holbrook, Arizona, desatando una sucesión de explosiones y dejando caer cerca de 16,000 fragmentos en un área de 40 kilómetros.
Este evento, uno de los más espectaculares de caída meteórica de la historia moderna, alteró la vida cotidiana del poblado y sigue siendo objeto de búsqueda por coleccionistas y científicos.
El fragmento más grande se conserva hoy en museos y el fenómeno demuestra lo vulnerables que somos frente a los cuerpos celestes que cruzan cerca de la Tierra.