Hace exactamente 8 años, en 2017, el entonces presidente Donald Trump anunció el reconocimiento oficial de Jerusalén como capital de Israel por parte de Estados Unidos, ordenando el traslado de la embajada estadounidense a esa ciudad.
Esta decisión generó intensas repercusiones diplomáticas en el Oriente Medio y el mundo, marcando un giro en la política exterior norteamericana respecto al conflicto israelí-palestino.
El anuncio buscaba cumplir una promesa electoral de Trump y reconfigurar las relaciones internacionales en la región, con reacciones divididas entre aliados y críticos globales.