EL LLAMATIVO «SILENCIO» DEL CAMPO CUANDO EL QUE SUBE LAS RETENCIONES ES DE DERECHA

La relación entre el campo argentino y las retenciones a las exportaciones muestra una clara contradicción según el signo político del gobierno que las impone.
Cuando el poder está en manos del peronismo o de gobiernos nacionales y populares, el sector agropecuario reacciona con protestas masivas, cortes de rutas con tractores y camionetas, y un rechazo frontal a estas medidas. Sin embargo, cuando el gobierno nacional es de derecha, y también decide aplicar o aumentar retenciones, el campo guarda silencio o adopta una actitud de paciencia y diálogo, sin manifestaciones públicas de rechazo ni protestas contundentes.
Esta diferencia en la reacción no solo sorprende por la disparidad de respuestas, sino porque pone en evidencia una postura pragmática y selectiva del sector rural. Por ejemplo, durante la gestión de Cristina Fernández de Kirchner, cuando se intentó implementar o aumentar retenciones, las protestas fueron inmediatas y contundentes, con movilizaciones y bloqueos que paralizaron rutas y generaron un fuerte impacto político y económico. En contraste, con el gobierno actual de Javier Milei, que anunció un incremento en las retenciones para ciertos productos a partir de julio, no se registraron voces críticas ni movilizaciones destacadas. Incluso sectores y dirigentes tradicionalmente aliados del PRO, que suelen presentarse como defensores del campo, permanecieron en silencio o llamaron a la calma y al diálogo.
Este comportamiento revela que la oposición o aceptación de las retenciones no depende exclusivamente del impacto económico que puedan tener, sino también del contexto político y de quién las impone. Cuando el gobierno es percibido como adversario o de signo contrario a los intereses del sector, la reacción es inmediata y enérgica. En cambio, cuando el gobierno es afín o de derecha, la respuesta es mucho más contenida y conciliadora, incluso si las medidas son similares.
Las retenciones, por su parte, han sido históricamente una herramienta del Estado para obtener recursos fiscales, con el objetivo de financiar el gasto público y, en algunos casos, intentar equilibrar la balanza comercial. Sin embargo, también han sido motivo de controversia porque pueden desincentivar la producción y la inversión en el sector agrícola, afectando la competitividad internacional. A pesar de esto, la reacción del campo no siempre se basa en un análisis económico uniforme, sino que está atravesada por consideraciones políticas y estratégicas.
En definitiva, la contradicción del campo argentino frente a las retenciones refleja una relación compleja y ambivalente con el poder político. La defensa de sus intereses económicos se combina con una mirada pragmática que varía según quién gobierne, lo que genera un doble estándar en la protesta y la aceptación de estas políticas impositivas.