EL HOLOCAUSTO COMO LECCIÓN VIGENTE: UNA REFLEXIÓN DESDE ALEMANIA Y ARGENTINA

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En Alemania, hablar del Holocausto es un acto de profunda seriedad y respeto. Ese pasado oscuro no se banaliza ni se usa como argumento político o ideológico.

Cualquier manifestación que reivindique, minimice o desvirtúe el genocidio nazi es duramente sancionada, tanto por la justicia como por la sociedad. Allí, la memoria del horror está institucionalizada y forma parte fundamental de la conciencia colectiva; un deber ético y moral imposible de ignorar o relativizar.

En cambio, en Argentina la situación es preocupante y amerita un replanteo urgente. La frase “Nunca Más”, que debería ser un recordatorio solemne y un compromiso irrenunciable ante los crímenes de la dictadura militar, se ha convertido en un eslogan banalizado, utilizado muchas veces como simple herramienta de confrontación política. Grupos como Libertad Avanza han llegado a desvirtuar su significado, mientras grandes sectores de la sociedad callan o miran para otro lado.

Esto revela una realidad dañina: lejos de haber consolidado un consenso social firme contra los horrores del pasado, persiste una porción importante de ciudadanos que aún sostienen la discusión en términos de “los dos demonios”, relativizando responsabilidades y relativizando el genocidio. Peor aún, figuras políticas relevantes —de diversos sectores— utilizan el “Nunca Más” solo como arma arrojadiza para atacar a opositores, en lugar de impulsarlo como un valor unificador y una enseñanza imprescindible.

Quienes pensaban que la sociedad argentina había aprendido la lección y entendió que “nunca más” debería ser una consigna irrenunciable, revisar deberían la realidad actual. La memoria es un bien frágil que requiere vigilancia, educación y compromiso colectivo constante. Solo así podremos honrar verdaderamente a las víctimas y prevenir la repetición de tragedias inimaginables. Porque relativizar el pasado no solo es un error histórico, sino un riesgo social y moral que no podemos permitirnos.

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