En 2009, México detectó un brote de una nueva mutación del virus de la influenza H1N1, que llevó al país a una crisis sanitaria sin precedentes.
El gobierno suspendió clases en la Ciudad de México y el Estado de México, mientras la Organización Mundial de la Salud declaraba riesgo de pandemia.
La estrategia de prevención incluyó campañas masivas sobre el uso de cubrebocas y la higiene, medidas que ayudaron a contener el contagio. Este episodio dejó enseñanzas clave para la gestión de futuras emergencias sanitarias.