En el turbulento escenario de la España posnapoleónica, tras la ocupación francesa y la restauración absolutista, surgió una figura central en la vida política y militar del siglo XIX: la Milicia Nacional.
Creada como una fuerza armada de carácter civil, su existencia fue clave en la defensa de las libertades constitucionales, en un país dividido entre el absolutismo monárquico y los vientos de cambio liberal que recorrían Europa.
La Milicia Nacional fue formalmente organizada bajo el Trienio Liberal (1820-1823) , aunque sus antecedentes se remontan a los levantamientos populares contra las tropas napoleónicas. Las normas que regularon su funcionamiento fueron un intento de institucionalizar un cuerpo armado integrado por ciudadanos voluntarios, mayoritariamente de clase media urbana, que respondían al llamado de la defensa del orden constitucional y los intereses nacionales.
A diferencia del ejército regular, subordinado al poder monárquico, la Milicia Nacional representaba una herramienta del pueblo organizado , comprometida con los principios de soberanía popular y derechos civiles. Su estructura era descentralizada, y en muchos casos respondía directamente a los gobiernos locales liberales.
A lo largo del siglo XIX, su papel fue oscilante, dependiendo del signo político de los gobiernos de turno. Fue disuelta y restablecida en varias ocasiones, según la balanza se inclinara hacia el absolutismo o el liberalismo. Participó activamente en momentos cruciales como la Primera Guerra Carlista , las revoluciones de 1836 y 1854 , y las convulsiones sociales que marcaron la vida política española hasta el Sexenio Democrático.
Más allá de su eficacia militar, su legado es profundamente simbólico: la Milicia Nacional fue una expresión temprana de participación ciudadana en los asuntos de Estado , una avanzada de la idea moderna de ciudadanía activa, en una España que buscaba definirse entre tradición y modernidad.
Hoy, al recordarla, no solo evocamos a un cuerpo armado, sino a una generación de hombres comunes que asumieron la defensa de los ideales republicanos y constitucionales, en un tiempo en que las armas y las ideas marchaban juntas en las calles.