Un 13 de abril de 1111, en un acto de gran pompa y circunstancia, Enrique V fue coronado como monarca del Sacro Imperio Romano Germánico.
Este evento marcó un punto crucial en la historia del Imperio, ya que Enrique V logró asegurar su posición después de una serie de disputas con el Papado. La coronación tuvo lugar tras un acuerdo con el papa Pascual II, quien inicialmente se negó a coronarle pero finalmente cedió bajo presión