Pese a la desaceleración de la inflación respecto de la escalada iniciada en diciembre de 2023, se profundiza el deterioro salarial y jubilatorio, se desploma el consumo y más personas caen en la pobreza y la indigencia. Pero, ¿qué pasa con el superávit y la brecha cambiaria?
Redacción Canal Abierto | Son dos los “grandes logros” que Javier Milei promociona de su administración en materia económica: uno es el superávit financiero a base de impago de obligaciones -a importadores o productoras de energía, por ejemplo- y el recorte fenomenal del presupuesto, en particular de las partidas a jubilaciones; y por otro lado, el supuesto triunfo sobre una inflación que hoy se asemeja a la de hace un año atrás, aunque se perciba como un logro tras el 25,5% de diciembre de 2023 o el 20,6% de enero.
Sin embargo, al momento de analizar la economía real, los primeros meses de quien en campaña se presentaba como “especialista en temas de crecimiento económico con o sin dinero” dejan mucho que desear.
Según los datos oficiales de la Secretaría de Trabajo, la caída real del salario mínimo vital y móvil (hoy en $ 234.315) fue del 29% con respecto a igual mes del año pasado, y del 15% en relación al último mes del gobierno de Alberto Fernández. Algo similar, aunque menor, fue la merma de ingresos en el sector registrado, con una caída interanual del 24%.
Los indicadores del último informe del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (MATE) son aún más alarmantes: Desde diciembre, los sueldos del sector privado cayeron al mismo nivel que a comienzos de 2003, cuando la salida de la convertibilidad pulverizó el poder adquisitivo de la moneda nacional.
De todas formas, nada se compara con el golpe sufrido por las jubilaciones: hoy la mínima -con bono incluido- es $ 276.932, un 9% menos que cuando La Libertad Avanza llegó al poder. Y no tiene nada de casual, dado que los datos públicos muestran que fue este sector el que soportó el 35% de la “motosierra” que celebra el Presidente.
La situación es de tal gravedad que la semana pasada la oposición aprobó en Diputados una mejora para los haberes y la modificación del mecanismo decretado por Milei, quien ya anticipó que “defenderá la caja a veto puro”.
En cualquier caso, tanto salarios como jubilaciones se encuentran muy lejos de los 828 mil pesos que necesita una familia tipo para no ser pobre, según datos de abril del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). Y es aquí que se desprende el otro “desaprobado” de los libertarios: en mayo el consumo retrocedió 7,35% y y acumula una retracción de 16,2% en los primeros cinco meses del año, según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME).
En el desagregado, un relevamiento del sitio Chequeado muestra caídas del 17,6% en el consumo de leche y 6% en el de carne (ambos valos son los más bajos de la serie si se miran los gobiernos de Mauricio Macri y Alberto Fernández). También en una comparación interanual, la venta de electrodomésticos cayó un 47%. Sobre el desplome de la actividad económica, el MATE habla de una situación “sólo comparable a lo ocurrido en pandemia”.
Según los datos del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, más de 25 millones de argentinos son pobres y al menos unos 10 millones no llegan a cubrir sus necesidades básicas de alimentación. Se trata de los peores índices sociales desde 2002.
Por último, el otro logro con el que suele vanagloriarse Milei es la reducción de la brecha, aunque esta lograda a fuerza de aquella brutal devaluación del 118% con que dio inicio a su mandato. No obstante, todos los economistas advierten sobre el atraso artificial del dólar, cuyo único objetivo es favorecer mecanismos especulativos como el carry trade al que ya nos tiene acostumbrados el ministro Luis “Toto” Caputo.