EDUARDO FEINMANN EXPLÓ CONTRA TRABAJADORES DEL GARRAHAN EN VIVO Y LOS TILDÓ DE «GOLPISTAS»: EL RELATO QUE EL GOBIERNO Y LIBERTARIOS RESPALDAN MIENTRAS SU HISTORIAL MUESTRA CONTRADICCIONES IDEOLÓGICAS

Foto El Destape

En un tenso cruce al aire ocurrido el pasado martes en el canal A24, el periodista Eduardo Feinmann protagonizó un fuerte enfrentamiento con dos representantes del Hospital Garrahan, a quienes acusó de ser «golpistas» y de utilizar políticamente a los niños del hospital para intentar «voltear un gobierno».

La discusión se desató cuando Feinmann cuestionó la protesta sindical de los trabajadores del Garrahan, en el marco de las negociaciones por un aumento salarial tras el anuncio oficial de incrementos que beneficiaron a empleados de planta, becarios y residentes del hospital.

Norma Lezana, secretaria general de la Asociación de Profesionales y Técnicos del Hospital Garrahan, junto con Maximiliano Bares, un trabajador del laboratorio, defendieron la legitimidad de sus reclamos y negaron enérgicamente cualquier intento de «voltear» al actual gobierno. Lezana afirmó con contundencia que no usaron a los niños en su lucha y expresó su malestar por las acusaciones de Feinmann, calificándolas como un maltrato hacia profesionales que se posicionan al frente de la defensa de sus derechos laborales. Desde su perspectiva, su lucha no es política para desestabilizar gobiernos sino para obtener condiciones dignas de trabajo y salarios justos, como el incremento del 60% que recibieron tras meses de reclamos.

El intercambio se tornó cada vez más acalorado, con Feinmann levantando la voz y desestimando como un «relato» las explicaciones de los empleados, llegando a acusarlos de «golpistas profesionales» y cuestionando el ejercicio sindical y la participación política de Lezana. La discusión terminó con acusaciones cruzadas sobre motivaciones políticas, el rol del kirchnerismo en la gestión hospitalaria y críticas a la dirigencia sindical en general. Feinmann incluso justificó su actitud señalando que él trabaja en el sector privado y cuestionó la legitimidad del accionar público municipal y sindical.

Este episodio público ha sido rápidamente utilizado por el gobierno nacional y varios sectores libertarios en redes sociales para reforzar un discurso que deslegitima la lucha sindical y presenta a sus protagonistas como opositores políticos con intenciones desestabilizadoras, a pesar de que la histórica defensa sindical había abarcado gobiernos de distintos signos. En contraste, datos del pasado muestran a Feinmann apoyando en 2001 junto a otros periodistas liberales hechos como la renuncia forzada de Domingo Cavallo, reflejando así un claro cambio de postura en sintonía con un rechazo absoluto al kirchnerismo y una adhesión abierta a gobiernos y discursos liberales.

Este contraste se interpreta como una contradicción ideológica y una postura interesada que, bajo la bandera de la libertad de expresión, montan un relato que busca convencer a la sociedad de que la lucha sindical es inútil o perjudicial, mientras quienes lo promueven obtienen beneficios individuales y mantienen una agenda política clara. La agresividad del discurso y la negación de la legitimidad de la protesta sindical constituyen una forma de manipulación mediática para desmovilizar y deslegitimar a quienes defienden derechos colectivos.

Este cruce mediático visibiliza las tensiones actuales en la agenda política con un enfoque confrontativo que pone en primer plano la discusión sobre la función social de los medios y los límites del debate público en temas de derechos laborales y sindicales.

 

Con NA.

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