Se trata de otro dirigente pintado de amarillo. Desde que asumió en el Ente Nacional de Alto Rendimiento el 10 de diciembre anticipó que pasaría la motosierra con recortes a los deportistas. Su pasado empresario y un lema que lo acompaña: mandar a “laburar” a los atletas.
“Tenés 21 años, andá a laburar”. Ese es uno de los mensajes que suele repetir Diógenes de Urquiza cuando aprovecha en los medios para redebatir el financimiento del deporte. El dirigente -con terminales macrista- ocupa desde el 10 de diciembre su silla como titular del Ente Nacional del Alto Rendimiento Deportivo (ENARD) y ahora también se sentará en la subsecretaría de Deportes, tras el despido consumado de Julio Garro. Al menos Mauricio Macri podrá respirar aliviado: Diógenes es un perro leal al expresidente, que ya lo había puesto en ese mismo despacho cuando estaba en la Casa Rosada y que intentó avanzar con la venta del CENARD para construir un complejo de edificios en la avenida Libertador.
A de Urquiza se le precipitó todo. Porque lo único que tenía en mente estas semanas era el rendimiento de la delegación argentina en los Juegos Olímpicos de París, cuya ceremonia inicial es en apenas ocho días. Ahora deberá hacer un lugar en su cabeza para absorver -además del ENARD- la subsecretaría de Deportes, una silla caliente en especial con el conflicto con la AFA respecto a la implementación (o no) de las Sociedades Anónimas Deportivas.
Su designación en Deportes parace cumplir con un principio de Milei: para Deportes, el que quiera Macri. Porque Julio Garro era un hombre del riñon del expresidente y Diógenes de Urquiza también lo es. Incluso el ahora funcionario de Milei había sido el elegido para reemplazar a Carlos Mac Allister en 2018, cuando Macri era jefe de Estado y necesitaba a alguien en Deportes que sea la voz cantante para llevar adelante una de sus ambiciones desde que era jefe porteño: construir, en el predio del Cenard, un megaproyecto inmobilario. En ese entonces, el proyecto quedó trunco por la protesta de la comunidad deportiva, pero en cualquier momento podría reflotarse.
Empresario y pádel, igualito a su jefe
De Urquiza fue empresario de la industria de las marcas deportivas –entre ellas Signa, que visitó ya a varias generaciones de deportistas argentinos– y la importación de zapatillas. También estuvo vinculado a empresas del rubro agropecuario y construyó una buena relación con Gerardo Werthein, embajador argentino en Washigton DC. Su vínculo se generó cuando De Urquiza lleva las riendas en la Federación del Pádel y Werthein estaba a cargo del Comité Olímpico Argentino.
La paradoja de Diógenes es hacer el mismo camino, con solo seis años de diferencia. Porque el también dueño también de un complejo de canchas de pádel y futuro subsecretario de Deportes -dependerá de las directivas de Daniel Scioli- llegó al Gabinete nacional de Milei siendo titular del Enard. En 2018, para reemplazar a Mac Allister en Deportes, también ocupaba un cargo en ese mismo Ente de Alto Rendimiento. Por ese 2018 era el coordinador gerencial.
También mantiene una coherencia en sus pensamientos. En 2018 le parecía una “locura” que el deportista dependa del Estado. “No puedo entender eso de ‘vamos a pedirle al Estado’. ‘Papá, dame plata’. No, andá a laburar, ya tenés 21 años”, comentaba en aquel entonces en una entrevista con Olé.
Flashfoward al 2024. “El ENARD no puede darle plata a un chico de 14 años. ‘Quiere ir al Mundial’, te dicen. ¿A hacer qué? ¡Si no le gana ni al chileno, ni al brasileño, ni al uruguayo!. Sí me parece perfecto que vendan tortas para competir; pasa que los malcriamos. Por ejemplo: hoy se me ocurre inventar un deporte y soy el presidente de esa federación. “Me tenés que llevar”, reclamo. ¡Y no, no es así!”, comentaba a La Nación cuando le consultaba por los chicos que organizaba rifas para viajar a torneos clasificatorios.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/