Diego Valenzuela anunció la recuperación de la estación Villa Bosch después de diez años de gestión al frente del municipio de Tres de Febrero, en un año electoral donde se presenta como candidato a senador provincial.
Aunque el logro es valorable por recuperar un patrimonio histórico y un espacio emblemático para el barrio, la demora y el momento político plantean una crítica válida sobre el uso electoral de este tipo de anuncios.
La estación de tren Villa Bosch, parte del ferrocarril General Urquiza, había estado abandonada y con ocupación residencial hasta que recientemente el municipio logró su recuperación y traspaso formal, como comunicó Valenzuela en sus redes y en actos con vecinos. Sin embargo, el hecho de que esta promesa se concreta justo cuando el intendente busca renovar su carrera política puede verse como una jugada estratégica para reforzar su imagen pública, más que como el resultado de una gestión activa y constante que forme parte de sus logros durante el último decenio.
En un contexto nacional donde el gobierno de Javier Milei impulsa ajustes en el sistema ferroviario estatal, con cancelaciones de licitaciones y la propuesta de privatización, el anuncio local se presenta como un contraste simbólico, pero también como un gesto puntual y quizás limitado en alcance real. La inversión en la estación, proyectada para renovar el espacio y convertirlo en un centro comunitario, es un paso positivo, aunque llega tras años de burocracia y tiempo perdido para los vecinos que reclamaban este espacio.
Es legítimo cuestionar por qué, si esta demanda era tan sentida, su respuesta se da tan tarde y en plena campaña electoral. ¿Qué otras necesidades en Tres de Febrero quedaron relegadas? ¿Cuáles fueron las prioridades del municipio en esta última década? La promoción de la estación parece alinearse con una política de “decir, hacer y cumplir”, pero en este caso, la demora pone en duda el énfasis real en la gestión permanente y resolutiva.
En suma, el anuncio de la recuperación de la estación Villa Bosch puede considerar un logro significativo, pero también es un ejemplo de cómo las gestiones públicas pueden utilizar símbolos históricos y reivindicaciones vecinales para fortalecer una candidatura electoral, dejando en evidencia que el momento y la forma pueden tener más peso estratégico que la profundidad o continuidad de las políticas municipales.
