DIEGO VALENZUELA CELEBRA EL DÍA DE LA INDEPENDENCIA MIENTRAS LA ARGENTINA PIERDE SOBERANIA

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En el Día de la Independencia, la Municipalidad de Tres de Febrero, gobernada por Diego Valenzuela, difundió un mensaje cargado de orgullo nacional, afirmando: “Como cada año, celebramos con mucho orgullo la libertad e independencia de nuestro querido país, como se proclamó en el Congreso de Tucumán allá por 1816. Junto a las familias y vecinos festejamos una jornada que combinó lo mejor de nuestras raíces: folklore, feria de artesanos, comidas típicas y actividades para compartir lo que nos une.” Sin embargo, este gesto de reivindicación patriótica contrasta fuertemente con el contexto nacional y con las propias acciones políticas de Valenzuela y su espacio.

Mientras en Tres de Febrero se exaltaba la independencia y la identidad argentina, el presidente Javier Milei, a quien Valenzuela acompaña políticamente, canceló el tradicional desfile del 9 de julio, un símbolo de unión y orgullo nacional. Esta decisión fue interpretada por muchos sectores como un retroceso en la valoración de los símbolos patrios y una muestra de desapego hacia las tradiciones que forjaron la nación. Además, Milei continúa reivindicando figuras extranjeras como Donald Trump y modelos políticos como el de Estados Unidos e Israel, relegando la centralidad de la identidad y los intereses argentinos en la agenda pública.

La contradicción se profundiza cuando se observa que el espacio político de Valenzuela acompaña medidas que, según analistas y críticos, favorecen la entrega de recursos estratégicos a manos privadas y ponen en riesgo la soberanía nacional. En nombre de la modernización y la apertura, se impulsan políticas que priorizan intereses foráneos y privados por sobre el desarrollo y la autonomía del país. Así, mientras se organizan actos y ferias para celebrar la independencia y las raíces nacionales, en la práctica se respalda un modelo que, lejos de fortalecer la soberanía, la debilita.

Esta dualidad entre el discurso local y las acciones concretas genera interrogantes sobre la autenticidad del “patriotismo” que se pregona desde el municipio. ¿Se puede hablar de defensa de la independencia mientras se acompaña a un gobierno que minimiza los actos patrios, reivindica modelos extranjeros y promueve la privatización de los recursos nacionales? La gestión de Valenzuela, que busca posicionarse como abanderada de los valores nacionales, queda así en el centro de la polémica por la falta de coherencia entre lo que dice y lo que hace.

En tiempos de crisis y redefinición del rumbo del país, la coherencia entre el discurso y la acción resulta más necesaria que nunca. La celebración de la independencia no puede limitarse a un acto simbólico o a una foto para las redes sociales; debe reflejarse en políticas concretas que defiendan la soberanía, la identidad y los intereses de todos los argentinos. La ciudadanía, atenta y crítica, espera que quienes se proclaman patriotas estén a la altura de las circunstancias y actúen en consecuencia.

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