BROMA DE MAL GUSTO O INTERESES ESPURIOS: LA COMUNIDAD ARMENIA RECHAZÓ EL ACTO NEGACIONISTA DE VILLARRUEL JUNTO A TURQUÍA
En la exposición la Vicepresidenta convalidó el discurso del embajador turco, mientras su país no solo continúa negando el Genocidio, sino que apoyó a Azerbaiyán en la limpieza étnica de Artsaj.
La comunidad armenia publicó una carta abierta en repudio a Victoria Villarruel luego de que participara de un acto junto al embajador de Turquía en Argentina en donde se avaló el discurso negacionista turco. “Caracterizar a Turquía como promotor de la estabilidad en el Cáucaso y un socio comprometido con la paz no puede ser entendida sino como una broma de mal gusto sugerida por algún asesor poco informado o, en el peor de los casos, con intereses espurios”.
Las Instituciones Armenias de la República Argentina (IARA) hicieron foco en la afirmación de Villarruel acerca de que Turquía es “un mediador confiable, un promotor de la estabilidad y un socio estratégico en la construcción del nuevo orden internacional en busca de la paz”.
“No solo debido al triste recorrido que tiene el Estado turco en materia de derechos humanos, especialmente de las minorías cristianas y kurdas, sino también a la luz de los trágicos y recientes acontecimientos que van desde la Guerra de los 44 días librada en la región armenia del Artsaj/Alto Karapagh en 2020 hasta la limpieza étnica y anexión de dicha región por parte de Azerbaiyán en 2023, donde el gobierno de Turquía ha evitado, precisamente, todo mecanismo de mediación y la búsqueda de la paz, apoyando política y militarmente a su aliado azerbaiyano”, argumentaron.
“La solución armada que en septiembre de 2020 iniciaron la República de Azerbaiyán y su “Madre Patria”, la República de Turquía, ha representado para el pueblo armenio una nueva pérdida de sus territorios históricos y el luctuoso saldo de miles de compatriotas muertos, exiliados o injustamente prisioneros en Bakú hasta el día de hoy, así como el desplazamiento forzado de miles de personas que han sido obligadas a abandonar sus hogares ancestrales, hecho que constituye una verdadera y lamentable limpieza étnica», continúa otro tramo del comunicado.
“De modo que, caracterizar a Turquía como un promotor de la estabilidad en el Cáucaso y un socio comprometido con la paz no puede ser entendida sino como una broma de mal gusto sugerida por algún asesor poco informado o, en el peor de los casos, con intereses espurios”, sentencia la IARA.
Por otro lado, cuestiona que el objetivo de este coloquio haya sido para favorecer los intereses argentinos en cuanto a relaciones bilaterales. En tal caso “con sus comercios, industrias y empresas que abarcan decenas de ramas económicas, los argentinos descendientes de armenios han contribuido con mayor vigor y ahínco al desarrollo de la economía nacional que las módicas cifras que puede aportar el comercio exterior turco-argentino”.
“Pero aún si se pensara que la relación económica podría multiplicarse indefinidamente, ¿amerita ese supuesto interés material dejar atrás el claro posicionamiento argentino, que se mantiene hasta la actualidad, respecto del genocidio de un millón y medio de armenios a principios del siglo XX, que el actual Estado turco no solo niega, sino que sanciona a quienes lo proclaman?“, se preguntan en la carta.
El acto de Victoria Villarruel junto al embajador de Turquía
El miércoles de la semana pasada Victoria Villarruel participó de un evento titulado “El rol de la República de Turquía en el nuevo orden mundial y su proyección en Sudamérica”, que contó con la presencia de Süleyman Ömür Budak, embajador de Turquía en Argentina. También estuvieron presentes Juan Bautista González Saborido y Mauro Labombarda, profesores de la Universidad del Salvador.
En la apertura, Saborido destacó que Turquía es un “estado civilizacional” que “se basa en una identidad cultural, histórica y religiosa propia” y que su territorio y cultura habían sido “el cruce de grandes civilizaciones y de pueblos de gran antigüedad” que confluyen en “una identidad nacional compleja y de notable riqueza”.
Al referirse a la política exterior turca, Lambobarda señaló que “la geografía condiciona los intereses” y que, rodeada de tantos vecinos y conflictos, Turquía se ve obligada a“no involucrarse en los conflictos de sus vecinos”y a “ser un punto de encuentro”.Afirmaciones que los hechos históricos y las mismas declaraciones del gobierno turco desmienten.
Añadió que “desde 1923 que Turquía no tiene una guerra interestatal” y que “no ha ganado territorio a través de guerras”. Sostuvo también que desde la Primera Guerra Mundial hasta hoy Turquía “no entró en conflictos”
Los registros históricos confirman que, entre 1915 y 1923, el Imperio Otomano —cuya continuación es la actual República de Turquía— ejecutó un plan sistemático y documentado de exterminio, cuyo resultado fue la masacre de más de 1.500.000 armenios. Si se suman lasmatanzas ocurridas previamente durante el siglo XIX, la cifra total de víctimas asciende a casi 2 millones de personas.
A principios del siglo XX, una tercera parte del actual territorio turco pertenecía a Armenia. En su afán por consolidar un Estado turco homogéneo, el Imperio no solo atacó a los armenios, sino que también asesinó a más de 300.000 griegos —cifra que algunas fuentes llegan a triplicar— y a una cantidad similar de asirios.
Sin embargo, pese a los constantes reclamos de la comunidad internacional, Turquía persiste en no reconocer el Genocidio Armenio. Lejos de asumir responsabilidad, ha optado por glorificar a los autores materiales de dichas masacres, recordándolos como héroes.
Durante su discurso, el embajador Omur Budak enumeró varios conflictos, intentando proyectar a Turquía como una nación promotora de la paz. Al referirse a la situación entre Azerbaiyán y Armenia, omitió que la propia Turquía ha admitido financiar y armar a Azerbaiyán para llevar a cabo la limpieza étnica en el enclave de Artsaj. Entre 2020 y 2023, mediante violaciones documentadas a los derechos humanos, miles fueron asesinados y 130.000 personas se vieron forzadas a huir.
Con el paso de los años, funcionarios turcos han manifestado su apoyo explícito a grupos extremistas, como los Lobos Grises, que persiguen y asesinan armenios en distintas partes del mundo. Además, a través de medios oficiales, se ha insinuado en reiteradas oportunidades la posibilidad de borrar a Armenia del mapa.
En línea con el discurso del embajador turco, Villarruel sostuvo que Turquía se consolida “como un mediador confiable, un promotor de la estabilidad y un socio estratégico en la construcción de un nuevo orden internacional en busca de la paz”.
Esta postura contradice la histórica tradición diplomática de Argentina, país que fue pionero en reconocer el Genocidio Armenio mediante la acción de sus tres poderes del Estado. Incluso bajo la gestión actual, la Cancillería mantiene la conmemoración de la fecha y continúa calificando los hechos como genocidio.
