El 14 de diciembre de 1922, el reventón del pozo Barroso II en Cabimas, en la costa oriental del lago de Maracaibo, reveló el enorme potencial petrolero del Campo Costanero Bolívar en Venezuela.
El chorro de crudo, que se elevó decenas de metros durante días, marcó un punto de inflexión económica y geopolítica para el país y para la industria energética mundial.
Ese 14 de diciembre se inscribió como el inicio simbólico de la era del “oro negro” venezolano, con la llegada masiva de compañías extranjeras y la progresiva dependencia fiscal del petróleo. Un siglo después, el legado del Barroso II sigue presente en los debates sobre renta petrolera, desarrollo, crisis económica y la transición hacia energías más limpias.