El hincha del fútbol argentino siempre fue un fenómeno apasionante, pero en clubes como Boca Juniors, esa pasión parece haberse transformado en una dependencia casi exclusiva del resultado deportivo. La vida del hincha, hoy, parece girar únicamente en torno a si la pelota entra o no en el arco rival, dejando de lado aspectos fundamentales que sostienen al club como institución.
La realidad social del club: una sociedad sin fines de lucro con reglas estrictas
Boca Juniors no es solo un club de fútbol, es una sociedad sin fines de lucro con una rica historia social y cultural. Sin embargo, durante la gobernación de Mauricio Macri, el estatuto del club sufrió cambios significativos. Para ser presidente, ahora se exige un patrimonio superior a los 4 millones de dólares, y la responsabilidad patrimonial personal en caso de deudas. Esto, sin dudas, aleja a la dirigencia del «pueblo» y acerca el club a un perfil más elitista y económico.
El costo del éxito: ¿a qué precio se ganaron los títulos?
Durante los años de gloria bajo la gestión de Macri, Boca ganó numerosos títulos internacionales, pero a un costo que no siempre se ve en los titulares. La cultura del club se fue diluyendo: El vóley dejó de ser profesional, otras disciplinas fueron relegadas porque no generaban ingresos, y la cancha se inundaba constantemente a pesar de los supuestos arreglos. La gestión priorizó el éxito deportivo inmediato y la rentabilidad, dejando de lado la esencia social y deportiva integral del club.
El presente bajo Riquelme: una gestión en tensión con su público
Con Juan Román Riquelme en la presidencia, Boca enfrenta un presente complicado. Deportivamente, el club lleva dos años sin jugar la Copa Libertadores, los técnicos duran poco y la exigencia de resultados es máxima. Sin embargo, la gestión social y las mejoras estructurales -como las nuevas canchas en el predio de entrenamiento y las mejoras en el estadio- pasan desapercibidas para una hinchada que parece solo importarles los resultados inmediatos.
Riquelme tiene el desafío de reconectar con un público que se jactaba de alentar en las buenas y en las malas, pero que hoy parece haber perdido esa esencia. Si Boca no sale campeón de la liga ni logra un buen Mundial de Clubes, la presión será enorme y la oposición no dudará en aprovechar cualquier tropiezo para cuestionar su gestión, con acusaciones que van más allá de lo deportivo y se vuelven personales y políticas.
De «pueblo» a público refinado: ¿qué perdió Boca?
En resumen, Boca Juniors transitó un camino que lo alejó de su identidad popular para convertirse en un club con un público más exigente, pero también más intolerante y centrado solo en el resultado internacional. La pasión que antes se expresaba en el aliento incondicional, hoy se mide en títulos y resultados inmediatos, dejando de lado la rica cultura social y deportiva que alguna vez definió al club.
Este cambio no solo refleja una transformación en el hincha, sino también una crisis en la manera en que se concibe y se gestiona el fútbol en Argentina. Boca, más que nunca, necesita reencontrarse con su esencia para volver a ser un club que no solo gana en la cancha, sino que también sea un verdadero espacio de pertenencia para su gente.