Un 15 de junio de 1752, Benjamin Franklin realizó su emblemático experimento con un barrilete durante una tormenta en Filadelfia, demostrando que los rayos son descargas eléctricas.
Este hallazgo llevó a la invención del pararrayos, un dispositivo fundamental para proteger estructuras y vidas frente a las descargas eléctricas atmosféricas, patentado por Franklin un año después.