ACUERDO ENTRE EL MUSEO DEL FITITO Y FIAT: UN GESTO SIMBÓLICO EN MEDIO DE LA INDIFERENCIA CIUDADANA EN TRES DE FEBRERO

Foto HCD

El Concejo Deliberante de Tres de Febrero aprobó recientemente un acuerdo entre el Museo del Fitito y Fiat, un hecho que refleja la priorización de iniciativas culturales sobre problemas estructurales del distrito. Mientras el museo celebra su alianza con la marca automotriz, los vecinos señalan que las sesiones del HCD suelen centrarse en temas de bajo impacto social, dejando en segundo plano demandas urgentes como infraestructura, seguridad y servicios públicos.

El espacio, inaugurado en octubre de 2023, rinde homenaje al Fiat 600, un automóvil que simboliza la industria argentina y la movilidad popular. Con exhibiciones de piezas históricas, simuladores y un programa para exponer vehículos particulares, el museo se posiciona como un referente cultural. Sin embargo, su relevancia para la comunidad local sigue siendo cuestionada: mientras se promocionan actividades como la emisión de un Documento Nacional del Fitito o la Fiesta del Fitito, los problemas cotidianos de los vecinos —como el estado de calles, la recolección de residuos o la falta de espacios verdes— no generan el mismo interés en las deliberaciones.

Los ciudadanos critican que las sesiones del Concejo Deliberante se concentren en beneplácitos, aniversarios y ordenanzas de menor impacto, mientras se postergan debates sobre temas críticos. Ejemplo de ello son las ordenanzas para rifar patrimonio municipal, medidas que generan polémica pero no abordan necesidades básicas. La falta de participación activa de la comunidad en estas decisiones refuerza la percepción de que el cuerpo legislativo prioriza gestos simbólicos sobre soluciones concretas.

El acuerdo con Fiat, aunque celebrado por su valor nostálgico, contrasta con la urgencia de abordar problemas que afectan directamente la calidad de vida. Mientras el museo recibe apoyo para preservar la memoria del Fitito —un símbolo de ascenso social y esfuerzo colectivo—, los vecinos exigen que se destine la misma energía a resolver desafíos cotidianos, como la falta de mantenimiento urbano o la inseguridad.

En síntesis, el acuerdo entre el Museo del Fitito y Fiat refleja una agenda institucional que valora la identidad cultural, pero que parece desalineada con las prioridades de una comunidad que clama por soluciones prácticas. La pregunta que persiste es si estos gestos simbólicos lograrán trascender su valor histórico para convertirse en herramientas de transformación soci

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