Hoy se conmemora un hito en la historia europea: el 31 de diciembre de 1992, Checoslovaquia se disolvió pacíficamente mediante una enmienda constitucional, dando paso a la independencia de la República Checa (actual Chequia) y Eslovaquia. Este evento, conocido como el «Divorcio de Terciopelo», simbolizó el fin ordenado de un país creado en 1918 tras la Primera Guerra Mundial.

La separación fue un proceso sin violencia ni conflictos mayores, en contraste con las guerras yugoslavas de la época. El nombre alude directamente a la Revolución de Terciopelo de 1989, una serie de protestas pacíficas lideradas por figuras como Václav Havel que derrocaron al régimen comunista checoslovaco. Havel, quien pasó de disidente a presidente, facilitó la transición democrática y negoció la división con líderes eslovacos como Vladimír Mečiar.

El «divorcio» se aprobó por el Parlamento Federal el 25 de noviembre de 1992 y entró en vigor esa medianoche de fin de año. Ambos países heredaron instituciones compartidas, deudas y tratados internacionales, manteniendo relaciones cordiales. Hoy, Chequia y Eslovaquia son miembros de la Unión Europea y la OTAN, con economías prósperas y un legado de cooperación.

Este episodio histórico resalta cómo las transiciones postsoviéticas pudieron resolverse mediante diálogo, inspirando modelos de separaciones pacíficas en otros contextos globales.

 

Con AFP.

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Por Claudio Gambale

Claudio Gambale 47 años , Periodista de Tres de Febrero.