El 19 de diciembre de 1915 marcó el fallecimiento del médico alemán Alois Alzheimer, cuya labor revolucionó la comprensión de las enfermedades neurodegenerativas y sentó las bases de la neurología moderna.
Alzheimer, nacido en 1864 en Baviera, se especializó en psiquiatría y trabajó en el hospital de Frankfurt junto a Emil Kraepelin, donde examinó casos de demencia precoz que lo llevaron a identificar patrones únicos en el cerebro de pacientes como Auguste Deter. Su descripción detallada de placas amiloides y ovillos neurofibrilares en 1906 transformó un trastorno olvidado en una entidad clínica reconocida globalmente.
El impacto de Alzheimer trascendió su época: su artículo de 1907 en el «Journal of Alzheimer’s Disease» popularizó el término «enfermedad de Alzheimer», que hoy afecta a más de 55 millones de personas en el mundo según la OMS, con proyecciones de triplicarse para 2050. En Argentina, donde el envejecimiento poblacional acelera su prevalencia —con cerca de 500.000 casos estimados—, fundaciones como Alzheimer Argentina impulsan campañas de detección temprana inspiradas en sus hallazgos, promoviendo biopsias cerebrales y resonancias que detectan biomarcadores décadas antes de los síntomas. Este hito del 19 de diciembre subraya la necesidad de inversión en investigación, ya que terapias como los anticuerpos monoclonales (lecanemab, aprobado en 2023) derivan directamente de sus observaciones histopatológicas.
La vida de Alzheimer, marcada por la dedicación a pacientes marginados en asilos psiquiátricos, refleja el compromiso ético de la medicina: pese a su muerte prematura por uremia a los 51 años, su legado inspira políticas de salud pública, como el Plan Nacional de Demencias en España o programas de cuidado integral en Latinoamérica. En Notigital, esta efeméride invita a reflexionar sobre el futuro de la salud cognitiva en un mundo longevizado, donde la prevención y el diagnóstico precoz podrían mitigar una epidemia silenciosa.
Con AFP.
Sobre Nosotros
