Diego Valenzuela, exintendente de Tres de Febrero, sorprendió a todos al saltar al barco de La Libertad Avanza y teñirse de violeta. Pocos lo vieron venir, pero esa movida le permitió escalar en el armado político de Parejas y Karina Milei.
Así llegó a ser candidato a senador provincial por la Primera Sección Electoral de Buenos Aires, donde cayó derrotado por más de 10 puntos ante Gabriel Katopodis.
Sin embargo, juró como senador y, a las pocas horas, pidió licencia en la Legislatura. Hoy acumula dos licencias —una del municipio y otra del Senado— mientras espera un cargo en el Gobierno nacional de Javier Milei. Los rumores apuntan a la Secretaría de Migraciones como la opción más concreta. Esta maniobra revela que sus ansias de poder no se apagaron con la derrota: al contrario, parece su primera jugada de fuerza para las aspiraciones a gobernador en 2027.
Valenzuela busca cobrar fuerzas políticas desde una cartera nacional, con el respaldo de Patricia Bullrich y Karina Milei. Pero la competencia se le complica con Diego Santilli. Aquellos que prometían romper con lo viejo terminan repitiendo los vicios que criticaban, mientras aún corean «La casta tiene miedo». Nada más «casta» que la carrera de Valenzuela, con sus frentes abiertos y «kioscos» armados por si uno falla.
Imaginemos si un intendente peronista hiciera lo mismo: sería tapa de todos los diarios, Trebucq dedicaría horas a editoriales furiosas y Majul hablaría incansablemente de corrupción. Pero esto pasó de largo, sin mayor escándalo. Así se evidencia la mirada selectiva de algunos periodistas del poder, que aplican su crítica solo cuando conviene.