El 6 de diciembre de 1917, Finlandia proclamó su independencia del Imperio Ruso, un hito clave tras la Revolución Bolchevique que debilitó el control zarista sobre sus territorios.
El Parlamento finlandés aprobó la declaración, iniciando el camino hacia la soberanía plena reconocida internacionalmente en 1918.
Este suceso simbolizó el fin de siglos de dominación rusa y abrió una era de autonomía para Finlandia en el contexto de la disolución de imperios post-Primera Guerra Mundial.