La Doctrina Monroe fue formulada por el presidente estadounidense James Monroe el 2 de diciembre de 1823, durante un discurso ante el Congreso de Estados Unidos.
La doctrina demostró que el continente americano no sería objeto de nuevas colonizaciones por parte de potencias europeas y que cualquier intento de intervención sería considerado una amenaza directa a la seguridad de Estados Unidos. Este principio se resumió en la célebre frase «América para los americanos».
Esta política buscaba proteger la independencia de las nuevas naciones americanas, que estaban en proceso de emancipación de las potencias coloniales europeas, y afirmaba la influencia y liderazgo de Estados Unidos en el hemisferio occidental. Además, la doctrina planteaba que Estados Unidos se abstendría de intervenir en los asuntos políticos y conflictos de Europa, a la vez que esperaba que Europa hiciera lo mismo con el continente americano.
La Doctrina Monroe fue un punto de inflexión en la historia internacional porque constituyó la base de la política exterior estadounidense durante el siglo XIX y contribuyó a la consolidación de Estados Unidos como potencia regional. Su aplicación dio pie al concepto de «Destino Manifiesto», que justificaba la expansión territorial y la intervención estadounidense en la región para promover su influencia.
Con AFP.