Franz Schubert, fallecido el 19 de noviembre de 1828, es uno de los compositores más destacados del romanticismo temprano. Su producción musical es prolífica, con más de 600 obras que incluyen sinfonías, música de cámara, óperas, piezas para piano y, especialmente, lieder (canciones artísticas), género en el que fue pionero y maestro.
Su música está caracterizada por melodías líricas, armonías innovadoras y una profunda carga emocional que anticipó y definió muchos elementos del romanticismo musical.
Entre sus obras maestras más conocidas destacan el ciclo de canciones «Winterreise» (Viaje de invierno), que explora profundamente las emociones humanas a través de 24 canciones, y la «Sinfonía N° 8 en Si menor», conocida como la Sinfonía Inacabada, que, pese a su condición, es una de las obras sinfónicas más interpretadas y admiradas por su riqueza melódica y expresividad dramática. También es fundamental su «Quinteto La Trucha» y las últimas sonatas para piano que combinan virtuosismo técnico con un lirismo intenso.
Schubert integró influencias del clasicismo de Mozart y Beethoven con la sensibilidad poética del romanticismo, inspirándose en poetas de la talla de Goethe y Schiller, cuyas letras adaptaron en sus canciones. Su música abarca desde momentos de intensa melancolía hasta expresiones de alegría y danza, y su aportación al mundo de la música aún resuena en conciertos y grabaciones internacionales.
A pesar de su corta vida (30 años), Schubert dejó un legado imborrable que marcó la transición entre la música clásica y la romántica, estableciendo las bases para compositores posteriores y conquistando a públicos de todas las generaciones. Su música sigue vigente como símbolo de profundos sentimientos humanos expresados con maestría artística y técnica